viernes, marzo 31, 2006
LO ÚNICO MÁS GRANDE QUE WILT
EFECTIVAMENTE, LAS BANDERAS Y ESTANDARTES DE LOS BOSTON CELTICS. PERO SOLAMENTE ELLOS LE HAN SUPERADO Y LE SACAN LA CABEZA A SU MITO, ¿EH?
miércoles, marzo 29, 2006
SONETO PARA STAN Y JEFF
Si volviera a nacer Mahatma Gandhi,
aún con su infinita bondad y sabiduría,
nadaría raudo y a scroll Ganges arriba
con tal de no cruzarse con los Van Gundy.
Ser higo chumbo avinagrado a Jeff compete,
con su pizarra y crecepelo Amador en la manga,
mientras su hermano Stan, el glamour enfanga
con su pinta de Ron Jeremy, estrella del saca-mete.
Al primero del pobre Madison le botaron
aunque se llevó a Ewing cual cohete tejano
y ambos remojan la pólvora china que más asombra.
Al tiempo, a Stan con gomina fina le ahogaron,
y Julito Iglesias le torturó con un mano a mano.
¡Qué desastres con patas son estos Malasombra!
lunes, marzo 27, 2006
AMO LOS UNIFORMES: ROCK ALTERNATIVO
Tres buenas piezas inauguran la semana. Por orden de aparición, empezamos con el uniforme gazpachero-abandado de los Clippers, rebañado de los locos patrones sastreros de los Buffalo Braves de comienzos de los 70. Ya se sabe, la mejor forma de darse a conocer es dar la nota en cuanto a vestimenta. Sin embargo, tiene su encanto, sobre todo cuando hace juego con la camiseta, también retro-macarrónico, del rival, como el caso de esta foto. Advertimos que encontrarse a Kaman, alias "La matanza de Texas" de estas pintas por la noche puede causar trastornos cardiacos. Arriba tenemos dos muestras del "rizo alternativo": esto es, no terceras equipaciones, sino cuartas y puntuales (el marketing es feroz). En este caso corresponde a la celebración del día de San Patricio por parte de los verde lechuga Chicago Bulls (mis Celtics se desmarcaron con un bochornoso dorsal doradito y lituano que, por respeto a Auerbach, no reproduzco). El otro verduzco es obra y (des)gracia de los Knicks, color tan desvaído como el propio equipo. Será por lo del tono de la esperanza, que es lo último que se pierde. Y eso que los pobrecitos pierden absolutamente todo...
viernes, marzo 24, 2006
GIGANTE
"Al año siguiente, con la excusa de recoger un premio a los Valores Metafísico-anticipativos para 2001, otorgado por una asociación juvenil de libre enseñanza, Kubrick viajó a Los Ángeles por si, con un giro radical, la Metro daba su brazo a torcer con lo de Napoleón. Allí le estaba esperando Nicholson, con la sonrisa de par en par, mascando chicle y con camisa de aprendiz de guardaespaldas tahitiano. Aquella noche jugaban los Lakers frente a los Sixers, el antiguo equipo de Chamberlain, con el que había logrado el anillo la temporada anterior. Cubierto de una capa de morbo eléctrico, el estadio estaba repleto de gente que hablaba por una especie de walkie talkies con batería incorporada, madres solteras con ayuda de cámara y tipos que engullían palomitas y fumaban habanos de forma alternativa o incluso simultánea. La niebla interior, más sucia que en Londres, podía rebañarse a cucharadas y disolverse en leche como cacao o malta. A nadie le hubiese extrañado lo más mínimo que, en el centro del parquet, aterrizase una nave espacial, se bajase un hombrecillo color lapislázuli, pidiese un perrito con extra de brócoli y se largase por donde había venido. Jack le dio un codazo a Kubrick cuando éste estaba inmerso en un casting de cheerleaders para cierta adaptación de La naranja mecánica que le venía rondando por la cabeza paralelamente a Napoleón, con Mick Jagger de protagonista. Era la época de los proyectos locos.
-Ahí le tienes.
Al principio le pareció el gladiador negro de Espartaco (ése, el de los eructos, ¿cómo se llamaba?) pero, según se acercaba a su asiento mientras calentaba el tiro a media distancia en pleno entrenamiento, le llegó una especie de aurea de aquel titán vestido de amarillo. No sólo era su agilidad, inconcebible en un tipo de dos metros y trece centímetros, sino la elegancia prácticamente sinfónica con la que movía y coordinaba músculos, huesos y extremidades, haciendo que el balón fuese una especie de amuleto que los dioses le habían entregado para que lo manejase a su antojo. Si no fuese por el chirrido de sus zapatillas contra el parqué, diríase que podría echar a volar en cualquier momento, quizá para devolverle el cambio del perrito a los marcianos.
-Una buena pieza, ¿eh? Este año no nos tosen ni los Celtics.
Kubrick casi no escuchó las palabras de Nicholson porque, a los pocos segundos del pitido inicial, Chamberlain avanzó con tres zancadas hacia el aro y lo castigó con un tremendo mate que hizo retumbar toda su estructura salvajemente, con una explosión sorda y pesadamente naviera, como de engranajes, poleas cediendo y estruendos oxidados que agarrotó a los otros nueve jugadores, dos árbitros, trece animadoras, veinte mil espectadores y, muy especialmente, a aquel neoyorquino infiltrado que sabía menos de baloncesto que de cricket y que fantaseaba con vestir a ese Goliat con el sombrero de Bonaparte.
-No sé, Jack. ¿Y si lo interpretas tú?
Las cejas de Nicholson se elevaron en arco de treinta grados sobre sus Ray Ban y siguió la broma a Kubrick. La noche había empezado bien.
-Claro, Stanley. ¿Crees que te dará tiempo a rodarla de de junio a octubre? El abono de temporada me cuesta una fortuna, y todavía soy un actor independiente.
Al otro lado de la cancha, la multitud mugía por un soberano tapón que Chamberlain había colocado a Cunningham, estampándole contra el suelo como un dibujo animado (de la Warner, por supuesto). El gigante era bondadoso y estaba intentando reanimarle igual que un niño que hubiese desmembrado a su muñeco.
"Como un crío con un juguete.
Un superjuguete", apuntó Kubrick en el fichero de objetos perdidos aunque quizá recuperados. Su favorito.
Entraron dos enfermeros de poco más de veinte años y se llevaron al jugador en camilla, mientras el gentío se desilusionaba desganadamente. Kubrick se fijó en la inscripción de la camiseta de uno de los chicos: 2001. El trip definitivo".
(Javier Cortijo, El chef de Kubrick, 2005)
jueves, marzo 23, 2006
AMO LOS UNIFORMES: DIRTY CHIC
Sobrarían los comentarios, pero no puedo evitarlo: Larry, por favor, rescata tu rainbow jersey a ver si así los Knicks hacen algo. Y qué decir del uniforme huevo frito de los Memphis Tams, uno de los peores equipos de la historia de la ABA (45-123 en sus dos temporadas de vida, antes de rebautizarse Memphis Sounds en la 1974-75). Ni color con sus patriarcas Memphis Pros, ahora repescados por la moda retro. Con lo bien que quedaría Pau de dorado y hueso...
AMO LOS UNIFORMES: FIEBRE AMARILLA 2
AMO LOS UNIFORMES: RETROPROYECCIÓN
miércoles, marzo 22, 2006
SONETO PARA ISIAH
Érase un chico risueño,
hamelinesco, prestidigitador
que movía su equipo a todo pistón
aunque, si no canijo, era pequeño.
Ergo Isaías tenía un sueño:
no ser jubilado ni casi entrenador,
sino poner su chicha en el asador
y de los Knicks ser el dueño.
Dicho y hecho: "ficho algún mal bicho
y hago del Madison un estropicio",
aunque coma el coco a Steve Franquicia.
La gloria knickerbockera, en un nicho,
el equipo, más feo que Picio,
y Larry Marrón, hecho una pifia.
PISTOL MARAVILLA
"Había visto jugar a Pete Maravich en Nueva Orleans, cuando los Utah Jazz eran los New Orleans Jazz. Era digno de contemplar, con su pelambrera castaña y sus calcetines holgados: el terror del mundo del baloncesto, el mago que parecía volar sobre la pista. Durante el partido que presencié, regateaba con la cabeza, marcaba de espaldas sin mirar la cesta; dribló a los contrarios a lo largo de toda la pista, lanzó la pelota al tablero y se hizo con el propio rebote. Era fabuloso. Marcó unos 38 puntos. Podía jugar a ciegas. Pistol Pete había dejado de jugar como profesional durante un tiempo y muchos lo consideraban una figura venida a menos. Pero yo no lo había olvidado. Algunas personas se difuminan, pero cuando desaparecen de verdad uno tiene la impresión de que siempre han estado en primera línea.
Empecé y acabé la canción Dignity el mismo día que oí la triste noticia de Pistol Pete. Es como si hubiese vislumbrado la canción ante mí y la hubiera atrapado al vuelo".
(Bob Dylan, Crónicas, 2004)
ABRILLANTANDO LA MARQUESINA
Afuera, Adam acaba de empaquetar su último sombrero. Dentro del Madison, en la recepción, el mismo vendedor de los últimos mil años despacha los programas del partido de hoy, contra los Lakers. Las gradas se van vaciando del olor a linimento del combate de boxeo de la tarde. Ahora toca baloncesto. Del bueno. Se cambian las luces de los focos. El speaker acaba de anunciar el quinteto titular. El árbitro tira el balón al aire y los titanes saltan a agarrar un pedazo de cielo. Primer cuarto. ¿Alguien ha visto a Sam, el de los perritos calientes?
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